"Recuerdo
que en esa época me había conectado un poco con Miguel Abuelo, con Pipo Lernoud, y ya
empecé a entrever gente como Jorge Alvarez, Piri Lugones, Silvita Lachupa(*), Pappo,
Javier, Alejandro, empezó a aparecer gente que no había conocido nunca"
(*) Sivita Lachupa, por "La
chupapija", le practicó fellatios a varios de los mencionados.
"A la Cueva de Pueyrredón jamás fui.
El que fue una vez fue Rodolfo García. Había gente que no conocíamos y que traía una
onda que nos deslumbraba, por ejemplo, la primera vez que escuché a Claudio Gabis quedé anonadado, jamás había podido imaginar que un guitarrista
acá tocara lo que tocaba Claudio en ese momento."
"Un día en el estudio TNT,
mientras Almendra grababa, estaba Javier Martínez balbuceando sus armonías urbanas, con
Pappo, Alejandro Medina... todos en la mano "que tumba". No sé, a partir que
conocimos a esa gente empezó la gran pálida, te juro por Dios. Esos tipos nos
boicotearon desde el momento en que nos conocieron. Se reían de la música que hacíamos.
Aunque había gente que valoraba lo nuestro, como Gabriel el Zombie, Miguel Abuelo, Pipo
Lernoud. Jorge Alvarez comenzó a mostrar la hilacha de inmediato. Todos mis proyectos que
se venían dando de una manera muy contundente, y que habían llegado a establecerse
medianamente en la realidad, se empezaron a ir al diablo cuando Jorge Alvarez empezó a
invitarme para que me fuera de donde estaba e ingresara al círculo de Mandioca... un
clima que no me gustaba. Estaba ese chico que después se suicidó, Alejandro Peralta, un
tipo que nos odiaba. Yo era tan ingenuo que me daba con todo el mundo, en ese momento no me percataba que me odiaban a un nivel infernal. Me acuerdo que un día vino Claudio Gabis a mi
casa, con una pareja de muchachos que después se mataron en un accidente de auto, a
decirme que el habían hecho un vudú a Litto Nebbia. Una cosa que creo que todos los
sentidos juntos no alcanzan para darle cabida, era una alucinación, una cosa
enfermísima. Ahí yo entré personalmente en contacto con el reviente."
Volante promocionando un concierto de Pescado
Rabioso:
"¿Porqué seguir soportando
contínuamente la misma cantinela complaciente en la radio, en la TV, en todas partes?
¿Porqué seguir participando así de esa caravana ciega de comercio y mediocridad rumbo a
la muerte?
No te evadas. La música de ROCK esperaría mucho tiempo más por vos si no fuese tan
urgente la salida al AMOR. Spinetta - Black - Bocón - PESCADO RABIOSO".
"Había cosas muy buenas, había unas sesiones de
Manal que eran realmente una maravilla...Yo creía que al haber conocido a Pappo había
conocido a una de las personas mas geniales que podía conocer, y me tuve que desengañar
de eso como cinco o seis años después. Porque fue una cagada tras otra. Y uno no queriendose convencer que Pappo era un turro, de que era un
fachista tremendo. Te diría que a ese nivel puedo tener sentimientos de
resentido, con cosas que siempre me olieron mal y que como que me acordé tan tarde...me
da bronca para atrás. ¿Te das cuenta del proceso? Al lado de las ondas que se cocinaban
en Mandioca, nosostros eramos unos boluditos. A mí ese círculo se me presentó como un
ámbito de gente corrupta. Desgraciadamente, yo cuando le rajé era tarde, caí en el seno
del toco. Una noche de gran soledad en que me había enojado
con mi mujer...desemboqué con uno de ellos en una madrugada de terror en donde se me
estropearon las primeras neuronas de mi vida, experiencias que destiñeron
gran parte de la lucidez que yo tenía a esa altura".
"Yo no me avivaba de nada de lo que estaba sucediendo.
Me limitaba a componer...no se de que manera vivía. Recuerdo que una noche hicimos una
especie de bacanal con Silvita Lachupa, Pappo y Miguel Abuelo y Pappo cerró la
habitación de Mario Rabey con llave y empezó a pintar esvásticas en todas las paredes,
para friquearlo al Rabey, cuando viera la habitación. Cosas que yo no entendía un
carajo, me divertía, era un poco la libertad, yo que sé... me fui metiendo... y cuando
me quise acordar...
MAIL DE MARIO RABEY A REBELDE
"Participé en ese
magnífico cluster de industrias culturales integrado por conjuntos de música de la talla
de Manal y Los Abuelos de la Nada, el sello grabador Mandioca la madre de los chicos, la
comercializadora de espectáculos de música Mambo Show, la editora de posters Mano
Editora. En uno de los veranos de ese tiempo, Jorge Alvarez, que estaba asociado con tres
amigos (Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javer Arroyuelo), había instalado un
boliche en Mar del Plata, llamado Mandioca. Y había alquilado una casa para los músicos
que actuaban en el boliche. Ahí debía estar Pappo (en esa época integrante de Los
Abuelos y el flaco Luis Alberto Spinetta. Recuerdo a Luis como un tipo muy talentoso, y
seguramente es uno de los grandes músicos en la escena que se instala a fines de los '60.
Pero, en cambio, no recuerdo en absoluto el acontecimiento que relata en su reportaje y
donde yo habría sido la víctima de un brote antisemita de Pappo, en el cual habrían
participado también Miguel Abuelo y el propio Luis. Es probable que el paso del tiempo y
la bronca que Luis muestra en ese reportaje hacia Pappo hayan dado forma en su memoria a
la bizarra secuencia allí relatada. Insisto: yo recuerdo a Luis como un gran creador.
También recuerdo así a Pappo y a Miguel. Ellos tres, junto con Javier, Tanguito y Moris,
seguramente fueron las grandes figuras musicales de le contracultura de fines de los '60
en Buenos Aires. Esas figuras, en mi recuerdo, brillan junto a Alejandro Medina, Edelmiro,
Rodolfo García y los que se agregarían poco después: la impresionante Cofradía de la
Flor Solar, Vox Dei, Arco Iris, para empezar. Y junto con los cuales birllan los
pensadores, los activistas, los empresareios, los periodistas, los publicistas. Enntre
ellos, la banda de los cuatro de Mandioca, Pipo Lernoud, Miguel Grimberg. Pappo y Miguel
ya no están con nosotros. Los demás están vivos. Les pido que agreguen el testimonio de
mi recuerdo al reportaje que publicaron en la Web. Seguramente, ayudaremos a poner en
valor la guerra que librábamos todos juntos, en aquellos años, contra la intolerancia,
la estupidez y otras madres de la violencia represiva que ya anidaba en la Argentina en
aquellos tiempos (era la dictadura de Onganía que nos reprimía dura a nosotros y a
otros) y que estaba incubando al huevo de esa serpiente que habitó en la Argentina diez
años después, a fines de los 70: la serpiente fascista, genocida, dictadura militar del
'76 al '83. Para que la serpiente no vuelva nunca más. MaRIO rABEY
Te invito a visitar mi blog
http://mariorabey.blogspot.com
Emilio, Rodolfo y Edelmiro tuvieron una gran lucidez, y no
entraron... sólo yo lo hice... ahí empecé a mear fuera del tarro. Todo fue un grado de
locura terrible. Emilio no entendía lo que me pasaba, y no
fue capaz de ponerme una mano en el hombro y decirme "Luis...". El estaba en un
letargo, yo se lo reproché mucho. Cuando me vieron que me fuí un poco, me
dejaron solo, y me hice mierda. Me quedé solo. La relación con la mujer que amaba
empezó a trastabillar, mi psiquis también, mi música se empezó a fortalecer en un
extraño idioma que ni yo mismo sabía qué era, y sobrevivieron los peores momentos de mi
vida. Emilio tenía su vida amorosa y se recluía en su departamento. Yo necesitaba que
Almendra comezara realmente a tocar, y eran shows, y mas shows... volvía de tocar con un
fajo de guita así, tenía mi Citröen, era un delirio total. No había forma de pararla.
Empecé a componer una música que a Rodolfo lo deslumbraba. Yo sentía que Rodolfo no
tenía la polenta necesaria para la música que me salía... empezaron con él los
conflictos estilísticos, y Almendra empezó a pudrirse por sectores. Sólo Edelmiro
trataba de seguirme la corriente. Cuando decidí separarme del conjunto... me pedían que
no lo hiciera. Yo quería desaparecer totalmente, quería ser bajista, que nadie me
escuchara, que nadie escuchara mi voz... como esos bajistas negros que tocan atrás en
esas bandas de borrachos, que nadie sabe quiénes son... me había hartado de la prensa,
la crítica cercana y lejana, y por otra parte uno de los síntomas principales de
fracaso... Cuando compuse la ópera de Almendra, la famosa y legendaria ópera inconclusa,
había tratado de rescatar un poquito de cada una de las cosas que me maravillaban. Eran seis personajes, cada uno de ellos estaba encamado por mi
héroe musical de este país: Javier (Martínez -Manal), Moris, Miguel Abuelo, Roque
Narvaja, Litto Nebbia
(N de la R: en este reportaje de Miguel
Grinberg, Luis no lo nombra a Tanguito, aunque sí lo hace en el reportaje que le hizo
Eduardo Berti en 1988)
Era una respuesta, un síntoma de lucidez ante todo el
quilombo en que yo vivía. Me acuerdo que empezó la época del desgano, del descreimiento
creativo en Almendra. El conjunto se había instalado comercialmente, se había empezado a
ganar guita... Edelmiro tocaba con equipos prestados, un día cobró una guita y se
apareció con un Fiat 600. Y le decíamos "Pero negro, ¿cómo no te compraste un
equipo?" Antes de disolver Almendra les propuse grabar en un disco una obra
totalmente aleatoria. No grabar ninguna canción, ir al estudio y encender la máquina y
tocar sonidos hasta cumplir los 32 minutos de banda útil total, dividirlo por la mitad,
poner una de cada lado y titular el álbum "La música que toca cualquiera" Así
era mi modo de expresar el caos en que vivía. Para mí era tan importante el llanto de un
bebé como la guitarra de Eric Clapton. Ante el aluvión de responsabilidades creativas,
yo consideraba que Almendra daba como para crear una música absolutamente aleatoria que
rompiera todas las carreras que se conocían aquí y en cualquier lado. Tocar una música
inspirada en los acoples, que pasara por percusión, por ritmo, por todo. Pero que no
fuera en sí ninguna preestructura, ninguna naturaleza. Un proyecto que se conservó para
hacerlo alguna vez Emilio y yo, y que tal vez se haga porque lo hemos charlado en cartas,
sobre esa famosa obra. Esas cosas que yo intuía eran producto de una clarividencia mía
momentánea, o de una premonición... Me acuerdo de haber discutido que tarde o temprano
los equipos íban a ser estéreo y discutir con Angel del Guercio al borde de las
puteadas, cuando él me llamaba delirante... y yo insistiendo que Almendra precisaba un
equipo de voces estéreo... Me mataba tratando de buscar algo que me retribuyera la locura
que yo tenía en la cabeza. Había planteado que Almendra viviera en una especie de
comunidad, cosa que fue rápidamente rechazada por el conjunto. Emilio había llegado a
una sequedad creativa impresionante. No lo movía nada. No querían cantar ni hacer voces,
no querían ensayar los coros y por el otro lado las visitas infernales de Pappo, con toda
su vorágine de bosta. Una onda negadora... Pappo y Furia me
escribieron toda la cocina de mi casa la palabra "No, nunca" en la heladera con
marcador. Yo los miraba, y un poco empecé a tener como una... a entrar en
una mano destructiva, a decir "bueno, el amor tiene que triunfar... finalmente tiene
que haber una esperanza en todo ésto"
"En las épocas de mayor caos compuse temas como Cero,
que dice:
´Tomo el té y me pongo a ver las caras
que hacen las montañas. ¿Dónde habrá una hierba aquí que se llegue hasta mi ventana?
¿Dónde habrá dos manos que puedan abrir estas cercas de polvo y anís? Las cercas de
nada donde mi sed... donde mi piel se hace esperanza y no le alcanza con volver... o con
llegar´
No sé. Yo creativamente estaba en lo mío... pero llegó
un momento que en que se me cagó en la cabeza un corto circuito, un transistor... y creo
que el repuesto tardó mucho en llegar, pero cuando me llegó, me llegó el repuesto
original. Con Invisible me dijeron que me lo iban a traer, me lo mostraron, lo compré, ya
es mío, ya me lo instalé"
"Yo sufrí las humillaciones de toda la gente del rock
pesado, Alvarez, Pujó, todos...todos... hasta los tipos que yo había considerado que
dentro de ellos... con Javier me pasaron unas aventuras de una dramaticidad impresionante.
Y yo a Javier lo admiraba, tenía una admiración y un respeto por ese tipo... y yo le
comentaba cosas, charlábamos de poesía y él siempre la sofisticación por encima del
sentimiento. Siempre la tapa tipo Roger Dean sobre la tapa que quiere ser algo natural,
loco, siempre la copia sobre la versión original
N de la R: Roger Dean era el diseñador de
tapas del grupo inglés Yes. Tuvo un estilo que fue repitiéndose en los sucesivos discos
y que algunos intentaban imitar.
Javier tenía cosas geniales, pero yo le quería hablar de
poesía y él me salía con el I-Ching. Y yo me tomaba todo a pecho... a la media hora de
hablar con él, me hablaba a mí mismo, me replanteaba cosas, me decía "esto sí,
esto nó", me autoplanteaba Muchacha ojos de papel, decía ´yo que
igenuo´".
"Pappo fue el músico en
Argentina que yo quizás mas quise, aparte de los Almendra, mis amigos. Yo
en definitiva me fui a la mierda, gran parte por un sistema fanático de consumir cosas...
darle y darle y darle... y me quedé en pelotas, totalmente seco, me rebotaron los cheques
en cuanto banco de crédito del amor pedí, me cerraron las puertas totalmente y me
bajaron la caña así, me hicieron la cuca, me rompieron la cabeza, me llenaron toda mi
casa de palabras No, nunca, Nunca lo lograrás, Nunca esto será, Nunca esta luz va a
brillar. Es una época donde yo había compuesto un tema como Alcanfor, que en esa
época lo cantaba y lloraba cuando lo hacía, porque había llegado a la sensibilidad
máxima para lo que era mi momento creativo".
"Me fui a Europa, el 10 de marzo, cumpleaños de mi
hermana,
N de la R: Ana, la que no duerme, la que
lloró cuando Gustavo Spinetta se fue al suelo, esos problemas que rayan a mamá...
le regalé a Pappo mi guitarra Dow, un modelo de Gibson que
no baja de los 750 dólares sin estuche. Y se la regalé, la guitarra con la que compuse
las canciones mas hermosas que hice para Almendra. Y para mí era una forma de mostrarle a
Pappo que no existían solamente las guitarras con el volumen al mango. Que así como él
me había inculcado algo de esa dureza del rock pesado, y la mano, copar y todo eso, por
otro lado yo trataba de demostrarle que existía una fuente de ternura que él no podía
ignorar. Fue como decirle, mirá, tomá, no te desprendas
jamás de esto, para no traicionarme en tu vida, para darme tu fe, aunque
no tocáramos nunca juntos, aunque jamás nos viéramos, pero como un acto de fe, una
esperanza...¿Sabés que me fui a Europa y dos días después se la ofreció a Litto
Nebbia por 160 lucas? Me acuerdo que yo estaba en una etapa de despojamiento tal, que esa
guitarra... yo le dije a Emilio, "esta guitarra yo te la quiero regalar, porque a mí
no me interesa tener nada, no quiero mas nada, no quiero ni el Marshall, ni las dos SG, ni
la Repiso Huevo, ni nada.." Y Emilio me dijo: "Escuchame, dejate de joder, no
seas boludo, esta guitarra la tenés que tocar vos porque es tuya". Y me acuerdo que
vino mi tío, y me dijo: "Luis, me llegó la noticia que querés regalar la guitarra.
Yo te la compro". Y yo le dije, no tío, no la vendo... y a los 15 días la regalé.
Veía en mí como una respuesta espiritual. Desprenderme de esa guitarra era como si me
arrancaran un brazo, porque estaba enamorado de ella al remango. Y supuse que ese acto iba
a convencer a un tipo como Pappo, al que yo quería de una manera impresionante, quería
tratar de que intercambiáramos el mensaje. De que se sintiera influenciado por mí de la
misma manera en que yo me había sentido influenciado por él. Estaba loco ¡qué querés!
Esa es mi etapa recurrente, paranoica, obsesiva, enfermiza, y de la cual tengo las peores
noticias. La peor información me vino en esa época, en esos momentos".
Spinetta con Edelmiro Molinari en una mano y
facturas de manteca en la otra. Año ´79, la re-unión de Almendra.
|
Luis posando con Miguel Grinberg
|
"Por ahí yo estaba buscando sufrir como un loco, e
ingresé al terreno del sufrimiento total, irme a Europa, vivir las cosas mas terribles
como manguearle a un tipo un franco para poder comer, sabiendo que había regalado una
guitarra de 700 dólares, que había dejado los equipos, mi casa, el auto... que
conservaba un libro de Almendra para podérselo mostrar a un productor que por ahí me
diera pelota
N de la R: El libro de Almendra que yo tuve
oportunidad de ver era un rejunte de fotos del grupo y textos. Una estética multicolor
que fue la que inspiró a REBELDE al momento de decidir ese punto.
El libro fue una idea inicial de Marcucci, pero a medida
que se fue construyendo se fue autodeformando por la intervención de tipos como él. Como
cómico lo admiraba, pero como poeta no le daba cinco de pelota. Fijate que todas esa
fotos del conjunto como acribillado a balazos, tipo fusilamiento de la Guerra Civil
Española, fueron fotos que las inventé yo. Las hice hacer a mi exacta medida. Yo llevé
el ketchup, las sábanas y las flores para hacer todo ese quilombo. Yo sabía que venía
la mano acribillar a balazos, la mano muerte. Yo me automataba. había terminado con todo.
si en ese momento alguna mente lúcida me hubiese dicho: ´Luis, vamos a hacer una cosa,
tomémonos una tregua de esta guerra de los seis días y te hacés una cura de sueño, o
porque no nos vamos al campo´ yo no hubiese llegado a tales extremos. No hubo salidas,
nadie me ofreció una. La única era seguir con Almendra en ese círculo vicioso que yo
estaba, y por el otro lado la figura que representaba Pappo. Reintegrarme con un círculo
de gente que mas o menos esté dentro de lo que pienso costó cinco o seis años más. No
hubo otra solución que esa de borrarme y querer tocar el bajo, decirle adiós a todo y
desprenderme de todas las cosas innecesarias con que me había rodeado. Dar la espalda a
todo coincidió con mi fracaso sentimental, una destrucción emocional total."
"Lo que traté con parte de Pescado Rabioso, con
Artaud, con Invisible, fue rebobinar el proceso. Convencerme de que yo perdí la mujer que
durante tres años pensé sería la madre de mis hijos, saber que ahora con Patricia vivo
una relación superfelíz y en el moisés está Dante esperando por mí, y por ella. Pescado Rabioso fue el primer eructo después que uno se toma un Uvasal
tras haber comido y bebido a mansalva. La primera huella de la lucha del
anticuerpo contra la infección. Como el primer síntoma de tratar de rebobinar un proceso
autodestructivo, frenarlo..."
Almendra, Pescado, Invisible x
Spinetta
(ENTREVISTA REALIZADA A LUIS ALBERTO SPINETTA POR
MIGUEL GRINBERG, ENERO DE 1977)
"Cada uno se
ponía a escribir poesía en un rincón diferente de la pieza, y después
las leíamos y las archivábamos..."
"Editábamos en el colegio
periódicos manuscritos en colores, versiones artesanales de lo que podía llegar a ser
Satiricón, con personajes totalmente ridículos"
"Eramos mancebos prácticamente, nos
habían educado así, no éramos tipos que tenían la gran calle, ni la
vida, ni un corno."
"Al año y medio de eso, tras
enamorarme muchas veces de chicas que había conocido, me enamoré y fui correspondido por
primera vez en mi vida, y ahí me fui directamente al recarajo. Se sumó
a toda la polenta que puede llegar a tener el enamorarse a los 17 años. Los elementos no
podían estar mejor, condimentos para crear algo."
"Recuerdo
que un día me mandó una carta diciéndome: ´Luis, tenés que leer La libertad primera y
última de Krishnamurti´. El la estaba leyendo allá. Me acuerdo... por supuesto yo
no la leí... leía otras cosas, no creía en eso. Aparte me parecía un rasgo
medio obsoleto de Rodolfo. Con esas cosas medio añejas, pero que por ahí tienen
la papa. Y después por otro lado estaba Edelmiro, que era un pedante absoluto,
un racista total, un maniático de primera."
"Con Emilio sabíamos que podía pasar cualquier cosa, pero que
nosotros íbamos a saber ´de
qué se trataba el asunto´. Lo supimos en el momento de la disociación, cuando
cada uno hizo un racconto y dijo ´me parece que esto es así, negro´. Y después uno por
un lado, y otro por el otro. Y es increíble. Una de las últimas cartas que me mandó
Emilio... Nos hemos vuelto a decir que sabemos de qué se trata. Sabemos que el tiempo y
las distancias no nos condicionan."
"Pasaban Los Beatles y nos
poníamos a llorar como dos boludos. Un día de lluvia parecido al de hoy, pero
llovió más temprano, era un sábado a la noche, había un clima de amor, yo me estaba
enamorando... y ellos estrenaron Strawberry Fields Forever y Penny Lane. Con Emilio
estábamos pegados a la radio y casi nos da un ataque. Quedamos como paralizados
mirándonos y no sabíamos si reír o llorar, porque eso nos hacía bolsa,
era una cosa... lmaginate la manija que había, porque de ahí salió todo."
-¿Cuál fue el
primer disco que te compraste?
-Fue For Sale de Los Beatles.
Tenía catorce años. Aparte me lo compré con la primera guita que gané con la música.
Me había inscripto en un concurso de La Escala Musical y salí finalista. Por poco les
gano a Las Medias Negras, un trío de chicas.
-¿Qué cantaste en La Escala Musical?
-Dos temas, Sabor a nada de Palito Ortega y En una forma total de Javier
Solís. Me decían que era muy chico para cantar ese material romántico y que no me
quedaba bien.
-¿Qué es lo que te hizo cambiar?
-La primera vez que escuché a Los Beatles. Fue en un baile en Estudiantes Norte, pasaron Love
me do y le pregunté al disc jockey qué era eso. "Me parece que se llaman Los
Escarabajos", me contestó. A partir de ese momento, cada vez que pasaban Los
Beatles, me daba una especie de fiebre total. Ni te cuento cuando vi las primeras fotos en
los diarios. Tuve un ataque de beatlemanía. Todo eso fue antes del álbum For Sale.
Al principio intentaba imitar las canciones a capella, pero cuando aprendí guitarra, su
música me parecían sinfonías al lado de las zambas, y tenía que sacarlas de oreja. En
ese momento aparecen en mí los primeros intentos de composición, que también eran
zambas, temas melódicos. Lo llamaba a mi viejo y le tocaba un acorde, un Fa séptima
mayor, que suena remelancólico y le decía: "Ves, ésta es la música que quiero
hacer". Toda esa etapa de mi vida es muy mágica porque coincide con los primeros
enamoramientos, con las primeras calenturas de la pubertad y con Los Beatles. Al escuchar Please,
Please Me me tiraba a llorar al lado del Winco, ¡era un bochorno! En casa me decían:
"Dejá eso, no ves que te va a hacer mal..."
(Fragmento de un reportaje de Ronnie Arias,
publicado por la revista Venus-Arte. Reproducido en 1992 por la revista Ahora)
"La parte intelectual de Almendra
siempre recayó en Emilio y en mí. La gente empezó a aislarme a mí de Almendra. La
crítica comenzó a aislarme de Almendra como conjunto, pasaron a identificarme a mí por
separado."
"Cuando
Rodolfo se fue a la colimba nosotros nos habíamos bautizado Los Beatniks,
y cuando apareció Pajarito Zaguri con Los Beatniks y ese nombre pintado por todas
partes... vimos que teníamos que cambiar de nombre."
1977: Revista Pelo realiza una
encuesta entre los músicos, "Con quien quisieras formar un grupo?" Spinetta
respondió: "Con John Lennon y Pajarito Zaguri."
"Tras los pequeños cabildeos
de rigor, fuimos a parar a la RCA, nos conectaron con Bárbara y Dick, y me pidieron temas
para ellos. Y compuse tres canciones para ellos. Una llamada Dónde están las palomas,
otra que era Sección de pan de centeno, y la tercera no sé."
"Recuerdo conversaciones en las
que barajábamos cosas como la música de Waldo de los Ríos, que era como del futuro...
Los Beatles, Piazzolla... mezclábamos todo, nos gustaba la Misa Criolla. Era un quilombo. Sabíamos que el producto tenía que ser como
barroco, tenía que cumplir con todas las necesidades. Tenía que ir directamente a la
poesía sin ningún tipo de prejuicio. Y se empezó a trabajar Hoy todo el hielo en la
ciudad y Campos verdes. Inmediatamente, como por arte de magia, acelerados por todo eso
que nos estaba pasando... compuse tres o cuatro canciones que rompieron todo... todo. A
mí mismo me rompieron todo. Yo no entendía nada. Almendra tocaba eso y se derrumbaba
todo. Una canción hablaba del "sol de lata". No me acuerdo."
-¿ Cómo
salió la grabación de "Pototo" por Leonardo Favio?
-Eso no sé como se dio. Sé
que le interesó y la grabó. Nosotros nos sentimos responsables, como algo negativo, él
no nos gustaba nada. No se transaba con nada. El acecho era total, un curro alucinante.
Aunque hicimos alguna concesión, como cortarle parte de la letra al Tema de Pototo, para
que entrara en los dos minutos y medio. Primer gran dolor. Segundo gran dolor, también
cercenada la letra de Todo el hielo.
"El año en que grabamos, con Emilio
íbamos todavía a Bellas Artes. Acabó el año y terminamos ganando sendos premios, creo
que él de grabado, y yo de dibujo."
"Todos
mis proyectos, que se venían dando de una manera muy contundente, y que habían llegado a
establecerse medianamente en la realidad, se empezaron a ir al diablo cuando Jorge
Álvarez empezó a invitarme para que me fuera de donde estaba e ingresara al círculo de
Mandioca... un clima que no me gustaba. Estaba ese chico que después se suicidó,
Alejandro Peralta, un tipo que nos odiaba. Yo era tan ingenuo que me daba con todo el
mundo, en ese momento no me percataba de que me odiaban a un nivel infernal. Me acuerdo
que un día vino Claudio Gabis a mi casa, con una pareja de muchachos que después se
mataron en un accidente de auto, a decirme que le habían hecho un vudú a Lito Nebbia.
Una cosa que creo que todos los sentidos juntos no alcanzan para darle cabida, era una
alucinación, una cosa enfermísima. Ahí yo entré personalmente en contacto con el
reviente, con lo que después originó el reviente. Había cosas muy buenas, había unas
sesiones de Manal que eran realmente una maravilla
Yo creía que al haber conocido a
Pappo había conocido a una de las personas más geniales que podía conocer. Y me tuve
que desengañar de eso como cinco o seis años después. Porque fue una cagada tras otra.
Y uno no queriéndose convencer de que Pappo era un turro, de que era un fachista
tremendo. Te diría que a ese nivel puedo tener sentimientos de resentido, con cosas que
siempre me olieron mal y que como me acordé tan tarde... me da bronca para atrás. Fuera
de joda eso alteró mucho el proceso creativo de acá. Toda la ondita de tipos que si no
tocabas blues eras un paquete... todo eso fue una cosa terrible. A mí eso, por momentos,
me socavó. Terminé haciendo un blues que ni yo mismo sé que es. Allí empezó una lucha
titánica... ¿Te das cuenta de¡ proceso? Al lado de las ondas que se cocinaban en
Mandioca, nosotros éramos unos boluditos... Una vez, en el Di Tella, los Manales,
estrenaron un tema Los 500 millones de la Begum dedicado al periodista Miguel Grinberg...
porque vos les habías bajado la caña en su recital del Apolo, y ellos te contestaron el
toco con ese tema, hasta con diapositivas. A mí ese círculo se me presentó como un
ámbito de gente corrupta. Desgraciadamente, yo cuando le rajé era tarde, caí en el seno
del toco. Una noche de gran soledad en que me había enojado con mi mujer... desemboqué
con uno de ellos en una madrugada de terror en donde se me estropearon las primeras
neuronas de mi vida, experiencias que destiñeron gran parte de la lucidez que yo tenía a
esa altura. No me socavaron a niveles dañinos, pero en ese momento ¡TRAC! recibí lo que
tenía que recibir, porque yo no me privaba de nada, todo era conocer y abarcar.. pensaba
que Manal y que Pappo y que Los Gatos y que todo mataba, que era una cosa impresionante, y
sabíamos que Almendra rompía todo, y todos los demás conjuntos también, que se había
armado acá la gran pelota, y que en última instancia por ahí fue eso... pero eran
diferentes formas de encarar el mismo fenómeno.
-Para afuera fue tan importante, pero por dentro fue otra cosa.
-Álvarez tenía la habilidad de concentrar la información. Por
ejemplo, después de un mal concierto de Manal, decía: "Mirá, este es el mejor
conjunto del mundo, y vamos al Fillmore con Manal y a Jimi Hendrix se le van a poner los
pelos de punta...". Por ejemplo, cosas así. Y yo no me avivaba de nada de lo que
estaba sucediendo. Me limitaba a componer... no sé de que manera vivía. Recuerdo que una
noche hicimos una especie de bacanal con Silvita Lachupa, Pappo y Miguel Abuelo, y Pappo
cerró la habitación de Mario Rabey con llave, y empezó a pintar esvásticas en todas
las paredes, para friquearlo al Rabey, cuando viera la habitación. Cosas que yo no
entendía un carajo, me divertía, era un poco la libertad, yo que sé... me fui
metiendo... y cuando me quise acordar...
MAIL DE MARIO RABEY A REBELDE
"Participé en ese
magnífico cluster de industrias culturales integrado por conjuntos de música de la talla
de Manal y Los Abuelos de la Nada, el sello grabador Mandioca la madre de los chicos, la
comercializadora de espectáculos de música Mambo Show, la editora de posters Mano
Editora. En uno de los veranos de ese tiempo, Jorge Alvarez, que estaba asociado con tres
amigos (Pedro Pujó, Rafael López Sánchez y Javer Arroyuelo), había instalado un
boliche en Mar del Plata, llamado Mandioca. Y había alquilado una casa para los músicos
que actuaban en el boliche. Ahí debía estar Pappo (en esa época integrante de Los
Abuelos y el flaco Luis Alberto Spinetta. Recuerdo a Luis como un tipo muy talentoso, y
seguramente es uno de los grandes músicos en la escena que se instala a fines de los '60.
Pero, en cambio, no recuerdo en absoluto el acontecimiento que relata en su reportaje y
donde yo habría sido la víctima de un brote antisemita de Pappo, en el cual habrían
participado también Miguel Abuelo y el propio Luis. Es probable que el paso del tiempo y
la bronca que Luis muestra en ese reportaje hacia Pappo hayan dado forma en su memoria a
la bizarra secuencia allí relatada. Insisto: yo recuerdo a Luis como un gran creador.
También recuerdo así a Pappo y a Miguel. Ellos tres, junto con Javier, Tanguito y Moris,
seguramente fueron las grandes figuras musicales de le contracultura de fines de los '60
en Buenos Aires. Esas figuras, en mi recuerdo, brillan junto a Alejandro Medina, Edelmiro,
Rodolfo García y los que se agregarían poco después: la impresionante Cofradía de la
Flor Solar, Vox Dei, Arco Iris, para empezar. Y junto con los cuales birllan los
pensadores, los activistas, los empresareios, los periodistas, los publicistas. Enntre
ellos, la banda de los cuatro de Mandioca, Pipo Lernoud, Miguel Grimberg. Pappo y Miguel
ya no están con nosotros. Los demás están vivos. Les pido que agreguen el testimonio de
mi recuerdo al reportaje que publicaron en la Web. Seguramente, ayudaremos a poner en
valor la guerra que librábamos todos juntos, en aquellos años, contra la intolerancia,
la estupidez y otras madres de la violencia represiva que ya anidaba en la Argentina en
aquellos tiempos (era la dictadura de Onganía que nos reprimía dura a nosotros y a
otros) y que estaba incubando al huevo de esa serpiente que habitó en la Argentina diez
años después, a fines de los 70: la serpiente fascista, genocida, dictadura militar del
'76 al '83. Para que la serpiente no vuelva nunca más.
MaRIO rABEY
Te invito a visitar mi blog
http://mariorabey.blogspot.com
Emilio, Rodolfo y Edelmiro tuvieron una gran lucidez, y no
entraron... sólo yo lo hice... ahí empecé a mear fuera del tarro. Después empezó para
mí otro proceso de rebobinado... la pérdida del amor... ya habíamos hecho el LP,
teníamos ensayado completo el primer acto de la ópera de Almendra, una cosa
monumental... el álbum doble fue el que después desembocó en la separación del
conjunto. Todo fue un grado de locura terrible. Emilio no entendía lo que me pasaba, y no
fue capaz de ponerme una mano en el hombro y decirme "Luis..." El estaba en un
letargo, yo se lo reproché mucho. Cuando me vieron que me fui un poco, me dejaron solo, y
me hice mierda. Me quedé solo. La relación con la mujer que amaba empezó a
trastabillar, mi psiquis también, mi música se empezó a fortalecer en un extraño
idioma que ni yo mismo sabía qué era, y sobrevinieron los peores momentos de mi vida.
Emilio tenía su vida amorosa y se recluía en su departamento. Yo necesitaba que Almendra
comenzara realmente a tocar, y eran shows, y más shows... Volvía de tocar con un fajo de
guita así, tenía mi Citroen, era un delirio total. No había forma de pararla. Empecé a
componer una música que a Rodolfo lo deslumbraba. Yo sentía que Rodolfo no tenía la
polenta necesaria para la música que me salía... empezaron con él los conflictos
estilísticos, y Almendra empezó a pudrirse por sectores. Sólo Edelmiro trataba de
seguirme la corriente. Cuando decidí separarme del conjunto... me pedían que no lo
hiciera. No me olvido de un día en la casa de Aníbal Gruart, Rodolfo me preguntó si yo
creía que todo estaba agotado con Almendra... si no quedaba ninguna naturaleza. Yo
quería desaparecer totalmente, quería ser bajista, que nadie me escuchara, que nadie
escuchara mi voz... como esos bajistas negros que tocan atrás en esas bandas de
borrachos, que nadie sabe quiénes son... me había hartado de la prensa, la crítica
-cercana y lejana- y por otra parte uno de los síntomas principales de fracaso... Cuando
compuse la ópera de Almendra, la famosa y legendaria ópera inconclusa, había tratado de
rescatar un poquito de cada una de las cosas que me maravillaban. Eran seis personajes,
cada uno de ellos estaba encarnado por mi héroe musical de este país: Javier, Moris,
Miguel Abuelo, Roque Narvaja, Lito Nebbia. Era una respuesta, un síntoma de lucidez ante
todo el quilombo en que yo vivía. Me acuerdo que empezó la época del desgano, del
descreimiento creativo en Almendra. El conjunto se había "instalado"
comercialmente, se había empezado a ganar guita... Edelmiro tocaba con equipos prestados,
un día cobró una guita, y se apareció con un Fiat 600. Y le decíamos: "Pero
negro, ¿cómo no te compraste un equipo?". Y se puso a producir a Pot Zenda... mil
quilombos. La ópera estaba a medio hacer y a nadie se le ocurría ensayar, síntomas que
se reprodujeron con Pescado Rabioso, con Invisible, todas las formaciones musicales por
las que pasé. Donde entra una apatía, una especie de desgano general... que nadie está
excitado como para decir "che, vamos a tocar algo". No nos contábamos nada, no
charlábamos... mi pequeño hogar se desbarató totalmente, me encerré en un mundo
oscuro... dije "se terminó todo". Antes de disolver Almendra les propuse grabar
en un disco una obra totalmente aleatoria. No grabar ninguna canción, ir al estudio y
encender la máquina y tocar sonidos hasta cumplir los 32 minutos de banda útil total,
dividido por la mitad, poner una de cada lado y titular el álbum La música que toca
cualquiera. Así era mi modo de expresar el caos en que vivía. Para mí era tan
importante el llanto de un bebé, como la guitarra de Eric Clapton. Tenía tanto que ver
la Incredible String Band, como Cream. Se trataba de otra cosa. Ante el aluvión de
responsabilidades creativas, yo consideraba que Almendra daba como para crear una música
absolutamente aleatoria que rompiera todas las carreras que se conocían aquí y en
cualquier lado. Tocar una música inspirada en los acoples, que pasara por percusión, por
ritmo, por todo. Pero que no fuera en sí ninguna preestructura, ninguna naturaleza. Un
proyecto que se conservó para hacerlo alguna vez Emilio y yo, y que tal vez se haga
porque lo hemos charlado en cartas, sobre esa famosa obra. Esas cosas que yo intuía eran
producto de una clarividencia mía momentánea, o de una premonición. Como discutir con
Rodolfo que los shows en clubes eran el cáncer más infernal por el cual un conjunto como
Almendra podía sufrir, cualquier conjunto, pero especialmente nosotros. Decir que un
conjunto tenía que tocar por lo menos una hora, cosa que después Rodolfo puso en
Aquelarre. Para que te des una idea de los quilombos que yo tenía en ese momento. Y de
como yo me había plantado lo que era el rock local. Me acuerdo de haber discutido que
tarde o temprano los equipos iban a ser estéreo... y el tiempo me dio la absoluta razón.
Y discutir con Ángel del Guercio al borde de las puteadas, cuando él me llamaba
"delirante"... Y yo insistiendo que Almendra precisaba un equipo de voces
estéreo, y que Almendra tenía que ir al extranjero para conseguir ese nivel total, para
contar con los elementos. Yo trataba de ir a ese tipo de información, me mataba tratando
de buscar algo que me retribuyera la locura que yo tenía en la cabeza. Había planteado
que Almendra viviera en una especie de comunidad, cosa que fue rápidamente rechazada por
el conjunto, a la que pudiéramos ir cada quince días con nuestros amigos, con nuestra
gente, alquilar una quinta: teníamos posibilidades de hacerlo. Y tocar por el placer de
tocar. Y grabar las zapadas, irlas escuchando, barajar el material a un nivel más
artesanal. En cierta forma, toda la impotencia mía fue llevando velozmente a la crisis
total. ¿Comprendés?
Era como hacer que la música participara más de la vida cotidiana.
Que no fuera solamente el ensayo porque se iba a grabar un disco.
-Yo estaba podrido. Quería encontrar soluciones, así como traté
de encontrarlas mientras toqué con Pomo y Machi en Invisible. Emilio había llegado a una
sequedad creativa impresionante. No lo movía nada. No querían cantar ni hacer voces, no
querían ensayar los coros. La ópera no se ensayaba. Los temas nuevos no podían tener su
cauce. Y Aníbal vendiendo shows, y dale, y dale... y por el otro lado las visitas
infernales de Pappo, con toda su vorágine de bosta. Una onda negadora... Pappo y Furia me
escribieron toda la cocina de mi casa de palabra no. Me escribían no, nunca en la
heladera, con marcador. Yo los miraba, y un poco empecé a tener como una... a entrar en
una mano destructiva, a decir "bueno, el amor tiene que triunfar... finalmente tiene
que haber una esperanza en todo esto".
-Por qué rechazan ellos todo? Desde afuera cualquiera lo ve como
una alucineta más. Pero no era así. ¡Qué rechazo tan terrible!
-Mirá, yo pienso que hay una sola cosa, Miguel. Pienso que toda la
camada de gente que siempre tocó música pesada acá, siempre fue gente carente de
originalidad. Y se agrupa una gran cantidad de gente, porque quizás fue más original
Cristina Plate que Manal y que Los Abuelos de la Nada y que todo eso junto. Como factor
poético determinante... jamás voy a negar la belleza de Javier... "Y los obreros
fumando impacientes a su trabajo van...". Jamás voy a negarte la belleza de El Oso.
Para mí esa era una fuente de información. Pero me di cuenta que fui como se dice a
regalarme. Me entregué personalmente a la cosa comunitaria, a contar mis proyectos... y
me di cuenta que la respuesta fue un poco interminable. Fue la eterna ingenuidad que
tenemos algunos pelotudos, que vivimos en este mundo, y aprender nos cuesta las pálidas
que te puedas imaginar. Negro, ¿cómo yo, que era un tipo con un caudal creativo en ese
momento...? en la cresta llegué a crear unas letras y una música que no eran comparables
con nada. Lo que hacía Manal había quedado realmente lejos de eso, por lo menos como
poesía, como romance, lirismo. Y fijate que compuse temas como Tragedia familiar, es como
una novela de Kafka concentrada en cuatro estrofas. Es una familia en donde el marido se
cae rodando de la escalera y se mata. Entonces la mujer, advierte la pesadilla que se
cierne sobre su hogar y le dice a los chicos que se vayan al jardín y que se entretengan
un rato que ella tiene que hablar con papá. Entonces plantea la absoluta incongruencia de
la vida y de los proyectos cotidianos. Yo no me auto pervertí. Mi grado máximo de
perversión en cuanto a rocanrol y el blues puede ser Me gusta ese tajo. En las épocas de
mayor caos compuse temas como Cero, que dice: "Tomo el té y me pongo a ver
las caras que hacen las montañas. ¿Dónde habrá una hierba aquí que se llegue hasta a
mi ventana? ¿Dónde habrá dos manos que puedan abrir estas cercas de polvo y anís? Las
cercas de nada donde mi sed... donde mi piel se hace esperanza y no le alcanza con
volver... o con llegar". No sé. Yo creativamente estaba en lo mío. Y en
cierta forma tenía como un sistema de computación que me seguía permitiendo
tac-tac-tac-tac-tac... pero llegó un momento en que... se me cagó en la cabeza un
circuito, un transistor... y creo que el repuesto tardó mucho en llegar, pero cuando me
llegó, me llegó el repuesto original. Ahora, ¡ahora!, te juro por Dios, Miguel, que me
llegó el repuesto original. Con Invisible me dijeron que me lo iban a traer, me lo
mostraron, lo compré, ya es mío, ya me lo instalé... ahora ya no tengo más excusas, ya
comprendí que crear, y crear, cosas hermosas depende de una vida hermosa. Y depende de
una vitalidad para vivir esa intensidad, y básicamente depende de tener gente al lado que
te quiera, no como vos querés para que sea igual que vos, que vos sos el retenedor de
amores que circulan por ahí, "es un amor de primavera que anda dando vueltas".
¡No! De tener gente que te quiera porque es necesario que te quiera, para poder extraer
la belleza de algo. Y fue una época en donde, Miguel, yo sufrí las humillaciones de toda
la gente del rock pesado, Álvarez, Pujó, todos... todos... hasta los tipos que yo había
considerado que dentro de ellos... con Javier me pasaron aventuras de una dramaticidad
impresionante. Y yo a Javier lo admiraba, tenía un respeto y una admiración por ese
tipo... y yo le comentaba cosas, charlábamos de poesía, y él siempre la
sofistificación por encima del sentimiento. Siempre la tapa tipo Roger Dean sobre la tapa
que quiere ser algo natural, loco. Siempre la copia sobre la versión original. Siempre
triunfando lo que no es genuino sobre lo que lo es. Javier tenía cosas geniales... pero
yo le quería hablar de poesía y el me salía con el I Ching. Y yo me tomaba todo a
pecho, me llegaba... a la media hora de hablar con él, me hablaba a mí mismo, me
replanteaba cosas, me decía "esto sí, esto no", me autoplanteaba Muchacha ojos
de papel, decía "yo que ingenuo", ¡qué sé yo! Todo eso lo vivo como una cosa
que quedó muy atrás... casualmente he tirado el último lastre. Fijate que creo que
Pappo fue el músico acá en la Argentina que yo quizás más quise, aparte de los de
Almendra, mis amigos. Yo en definitiva me fui a la mierda, gran parte por un sistema
fanático de consumir cosas... darle y darle y darle... y me quedé en pelotas, totalmente
seco, me rebotaron los cheques en cuanto banco de crédito del amor pedí, me cerraron las
puertas totalmente y me bajaron la caña así, ¡crac!, me hicieron la cuca, me rompieron
la cabeza, me llenaron toda mi casa de palabra no, nunca, no, nunca, nunca, nunca lo
lograrás, nunca esto será, nunca esta luz va a brillar. Es una época donde yo había
compuesto un tema como Alcanfor, que en esa época lo cantaba y lloraba cuando lo hacía,
porque había llegado a la sensibilidad máxima para lo que era mi momento creativo. Y
dale y dale y dale y dale... y cero al as. Por otra parte, todo el aparato comercial era
una conspiración constante. Ahí yo dije que se vaya todo al diablo, y voy a llegar hasta
la profundidad que me permitan mis pulmones, hasta donde no me estallen, y me enterré
hasta la manija... porque me fui a Europa, el 10 de marzo, cumpleaños de mi hermana, le
regalé a Pappo mi guitarra Dow, un modelo de Gibson que no baja de los 750 dólares, sin
estuche. Y se la regalé, la guitarra con la que compuse las canciones más hermosas que
hice para Almendra. Y para mí era una forma de mostrarle a Pappo que no existían
solamente las guitarras con el volumen al mango. Que así como él me había inculcado
algo de esa dureza del rock pesado, y la mano, copar y todo eso, por otro lado yo trataba
de demostrarle que existía una fuente de ternura que él no podía ignorar. Fue como
decirle: mirá, tomá, no te desprendas jamás de esto, para no traicionarme en tu vida,
para darme tu fe, aunque no tocáramos nunca juntos, aunque jamás nos viéramos, pero
como un acto de fe, una esperanza... ¿Sabés, que me fui a Europa y dos días después se
la ofreció a Lito Nebbia por 160 lucas? Me acuerdo, que yo estaba en una etapa de
despojamiento tal, que esa guitarra... yo le dije a Emilio, "esta guitarra yo te la
quiero regalar, porque a mí no me interesa tener nada, no quiero más nada, no quiero ni
el Marshall, ni las dos S.G., ni la Repiso Huevo, ni nada..." Y Emilio me dijo:
"Escuchame, dejate de joder, no seas boludo, esta guitarra la tenés que tocar vos
porque es tuya". Y me acuerdo que vino mi tío, y me dijo: "Luis, me llegó la
noticia que querés regalar la guitarra. Yo te la compro". Y yo le dije "no,
tío, no la vendo", y a los 15 días la regalé. Veía en mí como una respuesta
espiritual. Desprenderme de esa guitarra era como si me arrancaran un brazo, porque estaba
enamorado de ella al remango. Y supuse que ese acto iba a convencer a un tipo como Pappo,
al que yo quería de una manera impresionante, quería tratar de que intercambiáramos el
mensaje. De que se sintiera influenciado por mí de la misma manera en que yo me había
sentido influenciado por él. Estaba loco ¡qué querés! Esa es mi etapa recurrente,
paranoica, obsesiva, enfermiza, y de la cual tengo las peores noticias. La peor
información me vino en esa época, en esos momentos.
-¿Y la otra punta cuál es?
-La otra punta del ovillo es mi período de reconstrucción.
-Ya que hemos descendido a los abismos, ¿cuáles fueron las
cumbres? Tenés nítidamente en claro los momentos más terribles. ¿Qué conservas en el
otro platillo?
-Por ahí yo estaba buscando sufrir como un loco, e ingresé al
terreno del sufrimiento total, irme a Europa, vivir las cosas más terribles como
manguearle a un tipo un franco para poder comer, sabiendo que había regalado una guitarra
de 700 dólares, que había dejado los equipos, mi casa, el auto... que conservaba un
libro de Almendra para podérselo mostrar a un productor que por ahí me diera pelota.
-¿ Cómo se dio ese libro?
-Ese libro fue una idea inicial de Marcucci, pero que básicamente a
medida que se fue construyendo se fue autodeformando por la intervención de tipos como
él. Como cómico lo admiraba, pero como poeta no le daba cinco de pelota. Vos lo leíste
el libro. Fijate que todas esas fotos del conjunto como acribillando a balazos, tipo
fusilamiento de la Guerra Civil Española, fueron fotos que las inventé yo. Las hice
hacer a mi exacta medida. Yo llevé el Ketchup, y las sábanas y las flores, para hacer
todo ese quilombo. Yo sabía que venía la mano acribillar a balazos, la mano muerte. Yo
me automataba. Había terminado con todo. Si en ese momento alguna mente lúcida me
hubiese dicho: "Luis, vamos a hacer una cosa, tomémonos una tregua de esta guerra de
los seis días, y te hacés una cura de sueño, o por qué no nos vamos al campo", yo
no hubiese llegado a tales extremos. No hubo salidas, nadie me ofreció una. La única era
seguir con Almendra en ese círculo vicioso en el que yo estaba, y por el otro lado la
figura que representaba Pappo. La vía de la solución de índole profesional, o la
ruptura, no era la solución. Porque ese problema seguía existiendo en cualquier campo
donde se lo plantease. Y siguió existiendo. No te olvides que reintegrarme con un
círculo de gente que más o menos esté dentro de lo que pienso costó cinco o seis años
más. No hubo otra solución que esa de borrarme y querer tocar el bajo, decirle adiós a
todo y desprenderme de todas las cosas innecesarias con que me había rodeado. Dar la
espalda a todo, coincidió con mi fracaso sentimental, una destrucción emocional total.
En una de esas la socavación vino por ahí. Ahora bien, lo que he conservado es la
propiedad de poder darme cuenta, de poder percibir que me fui a la mierda. Y tenerlo como
un elemento básico que inclusive lo he tomado en cuenta para ciertas creaciones
posteriores a ese momento. Cuando en ciertos temas planteo cosas de la locura es porque
sé qué fisonomía tiene eso. No pasé por todas esas experiencias para convertirme en un
gurú, no, soy un terrible débil. Tengo conciencia de que hay un montón de cosas que
jamás van a poderme engatusar. La otra noche me encontré con Pappo y... me importó tres
carajos Pappo. Se cortó. Yo pienso que nunca jamás voy a caer en ese tipo de cosas. Es
lo positivo que rescaté de esa experiencia. Lo que traté con parte de Pescado Rabioso,
con Artaud, con Invisible, fue rebobinar el proceso. Convencerme de que yo perdí la mujer
que durante tres años pensé sería la madre de mis hijos, saber que ahora con Patricia
vivo una relación superfeliz, y en el moisés está Dante esperando por mí, y por ella.
Pescado Rabioso fue el primer eructo después de que uno se toma un Uvasal tras haber
comido y bebido a mansalva. La primera huella de la lucha del anticuerpo contra la
infección. Como el primer síntoma de tratar de rebobinar un proceso autodestructivo,
frenarlo...
-Sin embargo, en el álbum doble de Pescado no hay material que es
pus precisamente....
-No, pero fijate que el material que no es pus, es el material
roquero. Es el que está contaminado, y nada más. Que está contaminado en vías de
recuperación.
-Pero "madreselva"
-Te iba a hablar de eso. Son pequeños puntitos que quedaron, que
por otrparte Dios quiera que queden siempre a través de cualquier proceso necrofílico.
Quedó eso, quedó la fragilidad de Cristálída o Mi espíritu se fue, Credulidad...
Escucho aberraciones como Sombra de la noche negra y me dan ganas de matarme.
-Sabías que el asesor radial me vetó "Credulidad" en el
programa "Dulces y pomelos" porque decía que "las uvas viejas de un amor
en el placard" se podía interpretar como "los Ð cojones"?
-Y vos sabías que en Rosario nos prohibieron el afiche de
"Durazno sangrando" porque era "una vagina que chorreaba"?
-¿Quiénes tienen la mente podrida?
-Fijate, volviendo al asunto de la pus, que en Artaud conseguí la
primera liberación de cosas. Me di cuenta de que tuve mi propio Rodez, así como lo tuvo
él, lo tuve a mi medida. En ese álbum, cuando empecé a manejar ese material, empecé a
creer en la posibilidad de un antídoto, en el cual creo perfectamente. El antídoto al
sufrimiento, el antídoto al art nouveau, al art decó, a la moda, a la paja, a las
drogas, el antídoto a la promiscuidad sin sentido. La nota que vos escribiste en el
diario sobre el rock fachista en el Luna Park, y por el otro lado los ángeles, es la
tragedia que yo siempre me pinté con respecto al rock argentino. Hay tipos que son
jodidos y hay tipos que no lo son. Y no sabés quien va a adoptar el otro disfraz. De
pronto te encontrás con tipos que de la ingenuidad de una cosa saltan a la peligrosidad
de la otra. Y no sabes con quiénes estás barajando... Yo me banco un gran porcentaje de
eso, todos tenemos algo que ver... No puede ser que engendros como Espíritu hayan llegado
a la palestra solo porque Álvarez les dio manija, y que ni bien apareció otra cosa los
tiró a los pobres pibes...
-De todas maneras hay tres cosas: sin cuestionar a los individuos,
el grupo Espíritu no tenía vuelo propio como para llegar a dónde llegó, cometieron el
error de creerse todo lo que les enroscaron y aunque hubieran invertido en producción
diez veces lo que invirtieron no hubieran llegado muy lejos...
-Lo que pasa... un día vino Carlos Santana a tocar a la Argentina.
A mí personalmente me movió las neuronas. La intensidad, el clima que impuso, la fluidez
con que tocó las dos horas de concierto, sin mosquear. No hicieron rhythm and blues. Y a
esta altura me cago en ello, salvo que sea el R & B original. Entonces me saco el
sombrero ante los Rolling Stones o cualquiera de esos travestis que andan vociferando por
ahí, que hacen las cosas como la gente. Dejémonos de joder. Hay un proceso poético
inspirado en las tradiciones porteñas, en los amores que se han vivido en este lugar, y
no en las pesadillas que se han vivido en este lugar. Y pareciera que se tienen que seguir
imponiendo las pesadillas. Eso es lo que a mí me aterra... que de pronto en Pelo pongan a
Juan Gatti como el ilustrador del año... la tapa de Crucis ¡la mejor tapa!... pero me
parece una aberración infernal, porque es un afano de Roger Dean y de otro dibujante que
no me acuerdo cómo se llama... que son unos recapos. ¡Y que los copian de una manera
alucinante! ¿Vos viste las fotos que te mostré con el concepto para El Jardín de los
Presentes? No son las mejores fotos del mundo, pero tienen una calidad y un clima que te
parten la cabeza. Las llevo a un ensayo, se las muestro a Pomo, y me dice que no, que son
muy flu. Le digo entonces: tratá de traer algo vos y vemos con qué nos quedamos,
aportemos elementos, por millonésima vez digo, aportemos elementos para establecer un
cotejo, ¡para ver qué es lo que piensa cada uno¡ Y me viene al otro día con que Juan
Gatti le eligió la hoja N° 36 de la revista Time del año 1942 con el dibujo de un
pollito dentro de una cáscara y que eso debe ser el concepto de la obra. Del año 1942,
de una hoja de la revista Time, dibujada por Edward Sorongo...
-Bárbaro! Podía ser de Caras y Caretas...
-Escuchame. Me quedaría en todo caso con Caras y Caretas, por
contracultural, por cabezón. Sería capaz de poner un dibujo de Ferro en la tapa y no
poner eso. ¡A ver si nos entendemos! Y ahora, entra Tommy Gubistch, le doy manija porque
es un guitarrista descomunal, y Pelo me elige a mí como mejor guitarrista del año.
¿Entonces éste qué es? Vení Tommy, vamos a tratar de unir las raíces porteñas. El
viene de tocar con Mederos, yo vengo a buscar en el mismo buco y ya me suenan los
bandoneones en Las golondrinas de Plaza de Mayo... ya viene toda la pelota... y de buenas
a primeras todo el mundo se enrosca con el rock-tango... ¡Todo el mundo se pone el
antifaz y sale a matar negros por la calle!
-Lo lógico es que venga barajado así, no puede suceder de otra
manera. Si uno se ubica en esta opereta, y observa con precisión los personajes con los
que nos estamos moviendo, tenemos que llegar a la conclusión de que es imposible
cósmicamente que suceda otra cosa que la que está sucediendo.
-Ojo que corremos el riesgo una vez más de que venga la mano
"si no tocás esto sos un paquete". Porque hoy en día están circulando
conceptos musicales, que están muy lejos de ser lo que se supone que es la música de
Buenos Aires, o el rock urbano de acá, o el rock nacional, o todo eso. Porque dicen que
el guitarrista que no toca funky es un boludo, y el que no toca rápido es más boludo
todavía. Y otros te dicen que la música debe tender a ser instrumental, sin letras, como
la de Mahavishnu, sino no tiene -agregan- la dosis de vanguardia y temporalidad que tienen
que tener... y te aconsejan que no nos copemos con la poesía de Buenos Aires...
-Eso tampoco es nuevo, son las estructuras que crean las impotencias
de un montón de gente...
-Tiene que crearse una vorágine creativa que rompa con todo... En
estos años aprendí a valorar la polenta de un tipo como Lito Nebbia... por ejemplo.
Cortó con esos cordones umbilicales mucho antes que cualquiera de nosotros. Es un
superluchador, inquebrantable. Y se han ensañado con él más que con otros tipos.
-Ya no es sólo un problema del rock del país. Es nacional, total.
Es una maldición nacional terrible, tremenda, que le ha cagado la vida a este país por
siglos. Hay un segmento de la realidad, que involucra a mucha gente, que no se puede
bancar que un tipo no sea un impotente. Un país que cultiva, domestica, venera, riega
todos los días la impotencia.
-Claro, sí. Lo hablamos la otra noche con Carlos Cutaia y Carola.
-No te lo digo como una frase literaria.
-No, es la verdad... ¿Por qué los tipos que más me respetan son
los más capos? ¿Por qué un tipo como Gustavo Moretto, que es un tipo que pone una
partitura de Debussy y la toca leyéndola, que tiene un conocimiento musical que supera el
mío varias veces, y que tiene una oreja tan grande como la mía, y yo la tengo infernal,
y que tiene un caudal poético que viene increíble, que canta bien, y que toca como la
sanputa, y que armó un grupo como Alas que en menos de dos años rompe todo... por qué
ese tipo escucha El anillo del Capitán Beto y me dice que es lo más hermoso que escuchó
en su vida y me doy cuenta que lo dice en serio? Y que se vuelve loco y que ojalá él
pudiera cantar como canto yo, y etcétera etcétera.
-Si agarrás la música popular, encontrás esa gimnasia no sólo en
los agonistas de antaño, en nuestro rock no faltan fabricantes de fracaso...
-Y se creyeron que Jimi Hendrix fue un blusero reventado... pero
Hendrix revolucionó la armonía. ¡Era un bolero viviente! ¡Era un latino para componer!
¡Y llegó a tocar tango! No para ridiculizarlo, con una sofistificación que daba varias
veces la vuelta del circuito. ¡Qué me vienen a hablar de Roger Dean! Los poetas no son
los poetas de media hora, los poetas son los poetas de toda la vida. Y los poetas de toda
la vida han tenido que transitar por caminos jodidos y por caminos hermosos. Han ido por
lecho de brasas y por lecho de flores. Y lo demás es otra cosa que adopta la forma que
más le conviene, y donde va la barca va Bachicha. Y fijate que Dios los cría y ellos se
juntan. No quiero condenar a nadie, pienso en la primera época de Polifemo, ¿viste la
tapa de¡ primer LP? ¿Viste que himno a la mutilación humana? ¡A la cercenación! Si
hubiesen puesto a la Venus de Milo, todavía, porque la partió el tiempo, no la
serrucharon... pero son mujeres vivas con los brazos rebanados y las piernas rebanadas y
un ojo sanguinolento... ese no es el ojo de la visión, es el ojo del Demonio, loco,
dejame de hinchar las pelotas. Es la imagen de la impotencia.
-Vos sabes que en la imagen original ese ojo iba como cabeza de una
especie de Charles Atlas?
-Claro... la fuerza bruta.
-No tenía cerebro...
-Es así como baila el mono.
-Pero no creas que la plaga esa es exclusivamente de la Argentina.
-No, escuchame... si llegó acá... ni eso es auténtico. Acá no se
llegó a los motonazis.
-Ni siquiera hay talento para eso acá. Porque la impotencia no lo
permite.
-Pero además todo eso va acompañado de una cantidad de muletillas
que son tan perniciosas como lo que resulta de eso. Fijate que allá se pueden dar la mano
tipos de diferentes escuelas, de diferentes mundos, de diferente vida... y de pronto no
hay Tierra. ¿Por qué? Porque cada uno está en su mambo, y se respetan. Pero acá, el
que es lírico quiere que todo el mundo sea lírico, el que es un roquero exacerbado
quiere que todo el mundo sea roquero exacerbado, pero en última instancia ¿dónde está
la poesía? ¿Dónde está el alimento básico de nuestra religión? ¿Dónde está el
toco? ¿Dónde escondieron el cofre los piratas? Yo estoy ahora en la mano de vade retro,
muy lentamente voy dando vuelta la página, todos los días... preguntale a Patricia las
cosas que yo me planteo... ¡las cosas que yo me planteo! Por ahí yo sé que soy un
protagonista más o menos importante de todo este quilombo, pero mi mente cotidiana de
todos los días, cuando me pongo a hacer los raccontos... me doy cuenta de cada cosa...
-También pueden ser cosas que en su momento no quisiste ver...
-Y ahí viene el quilombo. Pero ahora, no sé, sigo buscando...
(ENTREVISTA REALIZADA A LUIS ALBERTO SPINETTA POR MIGUEL GRINBERG,
ENERO DE 1977). |