URUGUAY
El arte
de perderTexto
publicado en Brecha, Montevideo.
También un análisis por Buk.
Rodrigo?
¿Cómo andás?
Bien. ¿Seguís con el
geriátrico?
No. Te hice caso. No era para
mí. ¿Y vos?, ¿seguís con los pacientes?
Cada vez son menos. No sabés
lo dura que está la Argentina. Entré en el trueque. Yo te psicoanalizo, vos me arreglás
el baño. No es muy ortodoxo, pero qué le vamos a hacer. A veces la realidad te derrumba
la puerta. Volví con Pedro. Está acá. Te manda saludos.
El problema de que te
derrumben la puerta es que hasta el muerto se te cuela.
No seas malo. Está todo bien.
Pero no te llamo por eso. El otro día vi a Jaime Roos en la tele y pasó algo que no
entendí. Me dije: tengo que llamar a Rodrigo.
Y pensar que antes
subestimabas mi clarividencia...
No mientas, que nunca te
subestimé. Lo que pasó es que Jaime fue a almorzar con Mirtha Legrand y en un momento
ella le dice: "Esta música rioplatense que vos hacés...". Y Jaime le contesta:
"No es rioplatense. Esta música es uruguaya".
Increíble.
Mirtha lo disimuló, así,
como es ella, pero yo me quedé pensando, ¿no? ¿Qué les pasa a los uruguayos? ¿No son
rioplatenses? ¿No vienen acá, a triunfar?
Laura. Escuchame bien. Lo que
dijo Jaime, y lo que vos captaste de lo que dijo Jaime, debería ser recordado como fecha
patria de la orientalidad, con decreto de día feriado.
No te entiendo.
Laurita, ya bastante
resignaron con el tango. ¿O vos te creés que todo el despelote de Gardel es por Gardel?
Acá joden con Tacuarembó, pero tampoco es Tacuarembó. Es lo que te dijo Jaime: mirá
que yo, soy el otro. Así, como un poema de Rimbaud. ¿Y ahora te asombra que no entreguen
el candombe? Decime: ¿cuándo en nuestra perdida y popular infancia escuchamos un
candombe, como no fuera aquel que cantaba Castillo con una mano cruzada en la cara y nos
hacía matar de risa?
¿Y qué tiene? Si es
rioplatense pertenece a los dos lados.
En los papeles, Laura, en el
sello de un correo que nunca existió. ¿O vos escuchaste un tango que dijera, aunque más
no fuera: "Montevideo, princesa del Plata"? Lo que pasa es que como a Jaime
ahora le va bien, allá, y tiene a los porteños meta ritmo, letra y canción, lo abrazan
como diciendo: pero si vos naciste en Villa Crespo. Y el tipo la tiene clara. El tipo se
para y dice: ya nos cagaron con el tango. Otra vez no. ¿Y querés que te diga? Me parece
formidable.
Detesto el chauvinismo.
No es chauvinismo, Laura. Es
algo más delicado. Vos, que sos una mina inteligente, lo vas a comprender. ¿Viste cómo
saca pecho, ahora, Cavallo? Los demás están muertos, ¿no? Entonces el hombre se para y
saca pecho. Es la esperanza argentina. Y la esperanza argentina es el orgullo, porque va
siendo lo único que queda. La esperanza argentina es Domingo Cavallo sacando pecho y su
orgullo de tierra arrasada. Pero nos jodió una vez, cuando hizo pública la deuda privada
durante la dictadura, nos jodió otra vez cuando vendió hasta el farol de la esquina, y
nos va a volver a joder.
Me gustaría decirte que eso
se verá, pero...
Bueno. Olvidate de eso, ahora,
y quedate con el orgullo del pecho inflamado. Nada más alejado del orgullo uruguayo.
¿Cómo? ¿Vas a decirme que
no sacan pecho, allá?
Claro, pero no te hablo de la
retórica fácil ni del petiso gallito. Te hablo de algo que viene de más abajo.
De abajo de las piedras.
De abajo de las piedras.
¿Sabés cuál es el orgullo uruguayo? El de la derrota.
Cada vez te entiendo menos.
¿De qué hablás?
De que los uruguayos sienten
no respeto, amor, por un gaucho derrotado que se fue a morir a Paraguay. No es, digamos,
San Martín, el conquistador de América. Es un tipo que soñó con algo grande, y
perdió, lo jodieron, o se dejó joder, y se mandó a guardar. Ese es el padre de esta
patria.
Un vencido.
Si querés. Pero con él los
uruguayos aprendieron a irse, a retirarse, a perder. Y no es lo mismo hacerlo de una
manera que de otra.
¿Vos estás seguro de lo que
decís?
Ángel del cielo, qué más
quisiera. Te digo lo que me parece.
Bueno, pero decilo bajito,
porque si te escuchan me parece que te van a echar.
Mirá, acá, hace poco, se
murió Tola Invernizzi. Un pintor. Y en ese exceso de cariño con que la gente lo colmó,
uno dijo: "El Tola era la reencarnación de Artigas". No sólo el perfil, la
nariz, parecida. ¿Sabés por qué? Porque el Tola votaba con los indios. Nunca con los
yanquis. Siempre del lado del que perdía. El tipo acompañaba en la derrota, y la
conocía. Y la derrota anda en la gente de este pueblo, Laura, desde hace mucho tiempo. Es
más, se hizo en la derrota. Está macerado en las causas perdidas como en una frase de
Onetti. Pero no te confundas, no es perder así no más. Perder cualquiera pierde. El
asunto es cómo.
Si perdés, perdés. ¿A
quién le importa cómo?
Al uruguayo le importa. Aunque
parezca extraño, este país ha construido su orgullo sobre el arte de perder. Y te digo
más: es lo que lo mantiene unido.
Entonces, cuando pierden un
partido de fútbol ¿salen a celebrar?
No, pero depende cómo hayan
perdido. A veces festejan cuando casi ganan. A veces celebran si perdieron bien. ¿Oíste
hablar de Obdulio Varela? Fue el Maradona del Maracaná. ¿Y qué dijo el tipo?
"Perdimos cien veces con Brasil y ganamos una." Y te digo otra: "Si sabía
que les iba a causar tanta tristeza a los brasileños, no les ganaba".
Increíble.
Mirá. La murga uruguaya tiene
tres momentos: presentación, cuplé y retirada. ¿Qué recuerda de las murgas, la gente
de este país? La retirada. No te cantan el cuplé. No te cantan la presentación. La
gente te canta la retirada de Los Patos, de la Falta y Resto, de los Asaltantes con
Patente del año de la abuelita... ¿Entendés? La grandeza, el despliegue, el momento
emocionante no está en el encuentro, está en la despedida, que por una curiosa voltereta
uruguaya, es el verdadero encuentro.
No sé qué decir...
Vas entendiendo. Ahora
agregale el orgullo de Timoteo Domínguez cuando entregó la Martín García a los
argentinos. Había que irse, pero no así no más.
¿Qué hizo?
Le cortó el mástil a la
bandera uruguaya y dijo: "Esta bandera no se arría ni se entrega". Se la cargó
al hombro y se fue. ¿Me seguís? Lo aplaudieron.
¿Pero de qué les sirve?
Los mantiene unidos. En la
derrota. Y yo te aseguro que Brasil y Argentina pueden joder a Uruguay de mil maneras,
pero este pueblo es una roca indestructible. Sabe cómo perder. Se ha hecho fuerte en la
debilidad (...)
No lo imaginaba.
Es raro. Parece inútil. Yo
qué sé para qué sirve. Para ganar quizá no. O a lo mejor, quién te dice. (...)
Parece de ciencia ficción.
Pero decime una cosa, ¿qué tiene que ver todo esto con Jaime Roos?
Que cuando el tipo le dice a
Mirtha que esta música es uruguaya, le está poniendo el pecho, Laura. Pero no para sacar
pecho. Es la voz de la derrota la que habla. Y por una vez, gana
Publicada por revista Brecha,
Montevideo.
"Victoria Abaracón" es
uno de los viejos temas de Roos que
más me pega, y sí, pensándolo
bien, da como para musicalizar algún pasaje de
un corto.
me parece que tenés razon en eso de
los pintores. Es como si los del otro
lado del río tuvieran más
conciencia de desde donde pintan, mientras que los
de aquí se la pasan mirando que
hacen en el norte....
y sí... cuando uno (ya medio
avanzado en años) piensa en Montevideo, se le
escapa un lagrimón....
buk
En Uruguay hay un "aire"
especial.
Montevideo, en particular, va unido
a una música única, de la cual, a mi
ver, Jaime Roos es la mejor
expresión. Además, y quizás suene de viejo de
mierda esto que digo, me parece que
el Jaime resume en una misma expresión
musical toda la música que marca a
nuestra generación. Quiero decir: la
herencia beat (aún cuando, en mi
caso, los cuatro flacos esos no me
conmovieron nunca), los desarrollos
poéticos y armónicos de cierto rock
argentino, el tango (después de los
30, indefectiblemente, nos acercamos al
tango, que lo parió...), el
candombe y la murga (esto para los uruguayos, en
especial).
si escuchás el último CD de Roos,
Contraseñas, que son casi todas canciones
de músicos montevideanos, y sólo
una o dos de él (cosa rara, porque en sus
discos prácticamente todas las
canciones son letra y/o música suya), te
decía, si lo escuchás, cerrá los
ojos y vas a ver y respirar a Montevideo.
Las historias del puerto
("Calle Yacaré"), los atardeceres en los barrios
("Voces"), el Montevideo
suburbano, casi rural ("El loco Antonio"), la
bohemia de los bares de la 18 de
Julio ("Biromes y servilletas"), todo eso y
mucho más aparece en ese CD.
hace pocos meses reeditaron en 5 CDs
los 10 mejores discos de Roos, y
encima, remasterizados, con lo que
uno aprecia mucho mejor, tanto la
evolución musical del tipo, como la
música en sí misma, además de las
letras, claro. Sin duda, de esos 5,
me quedo con los tres primeros, donde la
clave pasa, en función de mis
preferencias, por "contar historias". Ahí
está, me parece, el gran mérito de
Roos: cuando canta, cuenta historias,
casi como Jacques Brel, pero con
fondo que mezcla a Lennon con la murga, a
Goyeneche con Zitarrosa.
el Montevideo de Roos es,
justamente, el Montevideo que me gusta. Ese que es
"moderno", pero al mismo
tiempo tradicional. Es el Montevideo que se banca
el shopping de Punta Carretas y lo
fashion de Pocitos (claro que un fashion
digerible, no el fashion berreta de
Buenos Aires), pero cuya esencia está,
sin dudas, en los bares del puerto,
en los cafés de la 18 de Julio, en las
viejas librerías
"Papacito", en los atardeceres en la vereda de "La Pasiva",
tomando cerveza
"Norteña", en las noches de chivitos y más "Norteña" en
alguna mesa del "Chivito de
oro", en el blues de "La guarida del lobo", en
la madrugada de Plaza Cagancha,
sentado sólo bajo una farola, en los
domingos a la mañana en la feria de
Tristán Narvaja. Y claro, también ese
Montevideo tiene a su gente. Una
gente especial, tranquila, agradable,
sincera... y con una mujeres
impresionantes: lindas, pero no al estilo
argentino, sino de una belleza
apacible, que se hace irresistible por su
dulzura.
en ese ambiente, donde la iglesia
católica históricamente tuvo poco peso,
donde la universidad está muy
metida, donde la población siempre tuvo franco
acceso a la educación básica,
donde la administración pública no es
menospreciada, en ese ambiente, te
decía, es obvio que se generaría una
movida cultural muy interesante.
alguna vez, en una vieja incursión
chatera, me levanté a una pendex de por
allí, hija del que -luego supe- es
el pintor vivo más importante del
Uruguay. La mina tenía una carga
artística impresionante, con facilidad
tanto para la lectura y la
escritura, como para -obviamente- la pintura y el
dibujo. Me decía que unos cuantos
maestros le instaban a que expusiera, pero
ella no quería, pues aspiraba a
trasar su propio camino y no a ser "la hija
de...". Su grupo de amigas
también era como ella, muy dinámicas,
emprendedoras (y muy fuertes, como
ella....). Por su intermedio conocí
bastante de esa vida cultural
montevideana, y como te pasa a vos, quedé
sorprendido por la intensidad de la
misma. Sorprendido y con cierta envidia.
me parece que Buenos Aires y los
porteños (nosotros) tienen bastante que
admirar en lo que hay en la otra
orilla del río, y deberían cruzarlo cada
tanto, como para no seguir
mirándose el ombligo y aprender la grandeza que
hay en la humildad de los uruguayos.
te mando un abrazo
buk |
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